Un álbum familiar del mundo: Emigrantes de Shaun Tan

El ilustrador Shaun Tan es el creador de la novela gráfica Emigrantes (2006), uno de los libros menos originales que conozco. La historia: un padre decide emigrar y debe separarse de su esposa y de su hija pequeña. La ciudad a la que arriba en un barco está inspirada en Nueva York y el relato transcurre en una atmósfera parecida a mediados del siglo XX.

El padre padecerá todas las dificultades que enfrentan los emigrantes: el recuerdo de la familia, la inadaptación a la nueva cultura, soledad, angustia por conseguir un trabajo. A pesar de todo, logrará salir adelante y traerá con él a su esposa e hija. Fin.

Entonces, ¿por qué este libro es una obra de arte? La respuesta corta la dio el escritor francés Marcel Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”.

Shaun Taun reduce todo a lo elemental, sus materiales: lápiz, sepia, carboncillo. Su estilo de dibujo: realista. Y si bien hay toques de fantasía, no le interesa crear un mundo nuevo, la fantasía es solo un complemento más de un relato universal que nos concierne: la historia del incesante desplazamiento de nuestra especie a través de la geografía. Aquellos seres fantásticos o sus “criaturas”, como las llama el ilustrador, están ahí para revelar algo de la naturaleza humana.

De esta forma pasamos de la historia de una familia a la de cada uno de nosotros. Por eso, cada emigrante con el que el padre se encuentra lleva un relato de guerras, amores perdidos, esperanzas y huidas. Ninguno de estos personajes pensó en irse de su tierra, pero todos tuvieron que hacerlo. Sintieron miedo, pero del otro lado los esperaba una nueva vida. Entre ellos el padre encuentra una mano amiga en terreno hostil.

Sorprende la naturalidad con la cual el ilustrador nos guía por sus páginas. Ni un solo texto acompaña las ilustraciones y no hace falta. Shaun Taun nos recuerda que la imagen es un lenguaje universal y que cuando pones una imagen seguida de otra se crea una secuencia: expresión mínima pero suficiente para narrar una historia. Además, el ilustrador hace algo que pocos artistas consiguen: capturar el paso del tiempo, con su tragedia y belleza. El ciclo de la vida tantas veces repetido, pero nunca trillado, porque involucra a cada persona y cada persona es única.

“El secreto de la narrativa gráfica es aferrarse al silencio”, ha declarado el autor, convencido de que un buen libro o una buena historia es aquella que le da el mayor poder posible al lector. El silencio es un medio que los lectores llenamos con nuestra imaginación y nuestras propias vivencias.

Afuera quedan las estridencias cromáticas y verbales. Este libro es una invitación a mirar detenidamente. Y nuestros ojos van de los tonos difuminados a la nitidez en el trazo de cada detalle: un gesto, una mano, un sombrero. Emigrantes produce la sensación de una absoluta falta de presunción. Es una simpleza aparente detrás de la cual hay un enorme trabajo.

Parte de ese trabajo es la magnífica labor de edición, apreciada en primer lugar por la selección de dibujos que conforman cada página.  A lo que se suma la belleza del interior y exterior del libro, en perfecta sintonía con la propuesta del ilustrador. El resultado es un objeto hermoso por sí mismo que nos da la impresión de haber sido recién sacado de un baúl familiar antiguo, a través del cual viajamos a nuestro pasado.

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